Se abre la madriguera y flotamos en el espacio. Pawboss arranca la cuenta atrás del disco tributo con una canción subacuática, de frecuencias graves y descuentos, un submarino oxidado y violento, oscuro y sacro. Blanco Roto acaba de sumergirnos en el epílogo con la campana santa y juguetona, el trance armónico y ensoñado de Viudas Loewe, una atmósfera que traspasa, agita, regurgita y limpia.
Pawboss, oculto tras grupos del mundo indie, salió del armario musical tras dejar su último grupo atrás, dando rienda suelta a la experimentación electrónica, pero siempre con un pie puesto en la rítmica y cierto, en la medida de lo imposible, sentido musical. Actualmente aportando el 50% de la existencia del grupo explosivos río tinto, dedica parte de su esfuerzo a producir temas imposibles de catalogar, hipnóticos y enfermos, a caballo entre la electrónica, el noise y el shoegaze, por lo general con samples de gente hablando, voces, gritos o animales,my en alguna contada ocasión con una letra elaborada. Minimalista, ruidoso y meticuloso con el aspecto final de sus temas, pero con un peso importante en una producción sin apenas edición, defendiendo lo natural del momento. Apuesta por el bajo para el directo junto con Santi de ERT, pero el resto de tiempo cacharrera con sintes analógicos y digitales, con un buen aporte de efectos destructivos de ondas. Busca la sencillez y sobretodo disfrutar, pasarlo bien, huyendo del perfeccionismo del ensayo y la repetición, mundos que dejó atrás hace ya algunos años.
Blanco Roto es Mario Zamora por aquello de la palidez y la avería originadas por su miedo a la oscuridad sin compañía, pero al fin ha reunido las suficientes agallas para sacar una tonada a la luz en solitario acudiendo al dulce en-canto de Rumasa, asomando así el hocico tras la tapa de su madriguera y logrando interrumpir la dichosa hibernación.
Blanco Roto no, pero Mario Zamora forma o ha formado parte de Lüger, Reserva Espiritual de Occidente, Cachalote, Tus Hijas, Melange y Valis